¡¿Cómo explicarle a un guerrero que su fuerza es nada?!
¡¿Cómo explicarle al Rey que sus dominios son la cabeza de un alfiler?!
¡Los planos son infinitos y los sabios sólo saben de la existencia de su propio plano! Los Viajeros serán los únicos que comparten mi locura, la información que haría quebrar la mente del guerrero, del bardo, del mago."
Magrat cerró su diario. Miró el horizonte que mostraba el alba y sobre el cielo recién iluminado se recortaba la silueta del castillo oscuro.
- Hasta aquí llego yo, señorita. - El conductor de la carreta no disimulaba la mezcla de respeto y terror que le tenía - estas tierras están atestadas de orcos, podríamos morir en cualquier momento y mi familia me espera.
- Es mucho peor, buen hombre. Estas tierras están malditas. Los tentáculos interplanares ensombrecen el sol del amanecer... - vió sobresaltarse al conductor - ... aunque, por otro lado, eso ayuda a no tenerle miedo a los orcos.
Magrat le pagó una pieza de oro. Pensó que bien valía enfrentarse al terror si quería alimentar como reyes a su familia por un tiempo.
- Ya sabe, si mis compañeros vienen a buscarme, deténgalos en el pueblo, que esperen por mi durante 10 días allí, hasta que pase la luna nueva, y que no se acerquen, pues el peligro es mortal para los que desconocen lo que yo conozco.
Mientras hablaba, el conductor no disimuló su apuro por alejarse de ese sitio, mientras un cuervo lo miraba, dejó a la joven en la pradera que comenzaba a iluminarse con un extraño sol.
